Explicación de la teoría aristotélica geocéntrica
GEOCENTRISMO
EN LA FÍSICA DE ARISTÓTELES
Las consideraciones de Aristóteles en torno a la posición exacta de la Tierra en el espacio resultan enormemente interesantes ya que, en el desarrollo de su argumentación, considera varias posibles alternativas al geocentrismo.
Este hecho nos hace comprender que la hipótesis de que la Tierra no estuviera en el centro del universo sino desplazada y girando alrededor de otro punto no le era desconocida al Filósofo. Su rechazo se debe a la imposibilidad de encajar esta visión con los corolarios de su sistema físico en el que la teoría de los lugares naturales ocupa un puesto capital.
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Con el fin de consolidar las bases de su teoría el Estagirita expone, en primer lugar, la posición de los pitagóricos, los cuales “afirman que en el centro hay fuego y que la Tierra, que es uno de los astros, al desplazarse en círculo alrededor del centro, produce la noche y el día".
Es importante detenerse en este punto, debido a la trascendencia que esta cuestión ha tenido en la historia del pensamiento occidental, para ver exactamente por qué Aristóteles rechaza tajantemente la posibilidad de que la Tierra no esté situada en el centro del universo.
La principal razón, que reitera dos veces consecutivas, está en el hecho de que la explicación propuesta por los pitagóricos no respeta las apariencias sino que las fuerza intentando imponer conclusiones obtenidas a partir de deducciones puramente racionales a lo observado empíricamente.
En este fragmento del Acerca del cielo es posible ver en vivo la colisión –heredada tras la incursión de Parménides en la escena física–, entre lo captado por los sentidos y los dictados de la razón dialéctica. Si bien Aristóteles, a lo largo de su obra, inclumple en numerosas ocasiones su propia exigencia, es inevitable observar cómo intenta, constantemente, hallar un equilibrio entre lo dictado por la razón y lo comprobable empíricamente. De hecho, tal y como hemos visto en el caso de la refutación a Parménides, la absoluta evidencia sensorial que tenemos del movimiento es la primera y más contundente prueba en contra de la propuesta del eléata.
El error de los pitagóricos consiste, por tanto, en pretender hacer física de forma incorrecta “no buscando argumentos y causas conformes a las apariencias, sino forzando las apariencias e intentando compaginarlas con ciertos argumentos y opiniones suyas.”
Lo que se aparece a los sentidos no debe ser deformado por la teoría sino salvado e integrados de forma armónica. Así, a los únicos a los que les parece correcto desplazar la Tierra del centro son aquellos que “extraen su convicción, no de las apariencias, sino más bien de los argumentos”
Respecto al posible movimiento de la Tierra, que para Aristóteles se halla en reposo en el centro del universo, algunos sostienen “que se mueve en círculo alrededor del centro”. Otros “opinan también que es posible que varios cuerpos semejantes se desplacen alrededor del centro, invisibles para nosotros a causa de la interposición de la Tierra.
También por eso, dicen, se producen más eclipses de luna que de sol: pues cada uno de los cuerpos que se desplazan, y no sólo la Tierra, la tapan. En todo caso, comoquiera que la Tierra no es el centro, sino que dista de él […] creen que nada impide que las apariencias se nos presenten a nosotros, que no residimos en el centro.”
La cita que acabamos de recoger muestra en qué medida el Estagirita tenía en sus manos la explicación a la que acudiría siglos más tarde el mismo Copérnico y, al mismo tiempo, la inasumible incompatibilidad que ésta presentaba respecto a su sistema. Este hecho puede sorprender al lector, pero viene a mostrar no sólo que los griegos podrían haber planteado ya en su completitud el sistema heliocéntrico sino que la aceptación de dicho sistema requería un marco conceptual completamente nuevo y no, como suele considerarse, sólo observaciones más refinadas.
Pero si no resultara suficientemente sorprendente la consideración en torno a la posibilidad del movimiento de traslación de la Tierra, Aristóteles refiere también el hecho de que algunos habían sostenido que “hallándose situada en el centro, (la tierra) oscila y se mueve en torno al eje que se extiende a través del universo”.
Es decir, tanto el movimiento de traslación como el de rotación eran hipótesis disponibles en la época de Aristóteles y, sin embargo, al no poder ser integrados en su esquema natural fueron descartadas.
La física, como ciencia, no puede ser un mero acúmulo de afirmaciones desconectadas sino que debe operar de una forma válida en términos lógicos a partir de principios comunes en todas las conclusiones y predicciones de la teoría. La acumulación anárquica de observaciones y modos de explicación no es física sino mera mitología natural. Por ello, no importa lo sugerentes que fueran las propuestas alternativas, la falta de un cuerpo teórico sólido que pudieran aclarar su por qué obligaba a su necesario abandono.
FUENTE: Minecan, Ana Maria C., Fundamentos de física aristotélica, Ediciones Antígona, 2018.