Exposición detallada de las ideas nucleares que conforman la filosofía de la naturaleza del gran físico griego Empédocles
Empédocles de Agrigento (495 -444 a.C.) ha sido una de las figuras más complejas, intersantes e influyentes de la Antigüeda. Una figura, sin embargo, sobre la que el juicio de los historiadores ha estado, en todas las épocas, muy dividido.
La importancia de su materialismo elemental radica, ante todo, en el influjo que tuvo su filosofía sobre Aristóteles, pues la física aristotélica ha sido el sistema de explicación de la naturaleza más prestigioso y longevo de Occidente, logrando sobrevivir indemne desde el siglo V a.C. hasta bien entrado el siglo XV, siendo la rival directa de la nueva ciencia moderna.
La teoría del cosmos a la que tuvieron que enfrentarse las grandes mentes de la Modernidad como Copérnico, Galileo, Kepler e incluso Newton no fue otra que la filosofía natural de Aristóteles, profundamente marcada por las ideas de Empédocles.
Pero de todas sus propuestas, la tesis los cuatro elementos fue, sin duda, la idea que más impacto logró alcanzar a lo largo de casi dos milenios.
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OBRA DE EMPÉDOCLES
A la hora de estudiar su filosofía surge, no obstante, un problema central en la interpretación de sus fragmentos. O al menos lo es para nosotros y es que Empédocles escribió dos obras, consideradas, por lo general, de carácter completamente diferente. La primera, titulada Sobre la Naturaleza, se relaciona directamente con la obra de quienes estaban intentando explicar el mundo natural sobre fundamentos científicos y racionales. La otra, llamadaPurificaciones, era de contenido y motivación religiosos. Su propio nombre, en el cual está indicada la noción de pureza y su contrario, la mancha que debe ser lavada nos muestra el contexto religioso de sus indagaciones.
En esta segunda obra se describe la peregrinación del espiritu, desterrado, por su falta, o pecado de los reinos de los bienaventurados, a los que propiamente pertenece, y condenado a soportar un ciclo de encarnaciones en todas las clases de formas de la vida terrena, revelando también la naturaleza de la impureza primigenia y los medios de expiación y vuelta a la bienaventuranza de la inmortalidad. Ello nos permite afirmar la existencia de una importante carga órfico pitagórica en el pensamiento de Empédocles.
Una explicación a la incoherencia
Existen, por tanto, incoherencias entre ambos poemas que fueron escritos con un espíritu e intención completamente diferentes. Esta dificultad de compatibilizarlos ha dado lugar a muchísimas y variadas explicaciones por parte de los historiadores. La más sólida y compartida por la historiografía contemporánea es aquella que sostiene que se trata de textos pertenecientes a diferentes periodos de su vida, momentos entre los cuales cambiaron sus creencias y su punto de vista. Las Purifiacioneshabrían sido escritas por el Empédocles joven en la cumbre de su poder y enfervorizado con el éxito político, la medicina y las artes como veremos más adelante, dirigida a sus conciudadanos con el orgullo y la confianza de un lider reconocido y popular. Posteriormente, moderado por la dureza del exilio al que fue condenado, volvió a la soledad del estudio de la ciencia natural habiendo comprendido las incoherencias de sus primeras pretensiones de poderes mágicos. De hecho, las doctrinas sostenidas en Sobre la naturaleza, completamente materialistas y ateas, no podían haber sido sostenidas al mismo tiempo que las de las Purificaciones.
Ciencia y religión
La idea del conflicto entre ciencia y religión como ya hemos visto, comenzó a mostrar sus primeras manifestaciones ya en la época arcaica de la filosofía griega. No obstante, la cuestión no es tan sencilla y el hecho de que los arrebatos mágicos y religiosos que veremos en Empédocles nos sorprendan no responde a una originalidad personal sino a un error nuestro basado en la generalización y el desconocimiento del llamado periodo lírico.
Hemos estado, quizá, acostumbrados durante demasiado tiempo a equiparar “griego”con “clásico”. Al admirar las exactas proporciones, la belleza pura y formal del Partenón (que contemplamos sin los colores chillones que lo adornaron en tiempos), pensamos que sus constructores son el pueblo del “nada en demasía”, olvidando, quizá, que el lugar en que precisamente se escribieron estas palabras fue también el escenario de las orgia nocturnas de Dionisos, en donde toda inhibición se abandonaba en la purificación emocional del ekstasisy el enthousiasmos —“ponerse fuera de uno mismo”y “tener un dios en nosotros”La mente helénica posee un aspecto romántico, místico y salvaje, al tiempo que el clásico, y ambos alcanzan un punto culminante sin incongruencias en el genio de este siciliano notable. En Empédocles se mezcla de forma original el más puro y límpido espíritu racional filosófico-científico griego, con el arrebato místico.
La poesía como forma de expresión filosófica
Si observamos, la filosofía va a tener en Grecia tres estilos de expresión diferentes. El aforismo, practicado por Pitágoras en los acúsmatay Heráclito que busca deliberadamente encriptar la información y obliga a la interpretación. Se trata de una forma oscura de transmitir el conocimiento que precisamente busca filtrar su acceso. Sólo algunos pueden entenderlo. No se trata de una exposición clara y expositiva sino sugerente y ambigua.
La prosa, apenas hemos visto ejemplos de ella pero será el estilo que consolidará Aristóteles, tratados claros y definidos sobre un tema específico en el que se definen claramente los términos y se abordan todos los aspectos del problema de forma compleja pero accesible. Los diálogos, a modo de representación teatral en un intercambio vivo veremos al maestro Platón componer algunas de las obras más elevadas de occidente.
Finalmente tenemos la poesía con la que nos sorprendía el poema de Parménides a muchos y que volveremos a hallar en Empédocles. Inicialmente podríamos pensar que este estilo pertenece a autores místicos o que pretenden cierta alegría metafórica en su obra pero no es así, pues encontraremos también esta forma en el atomismo, el más importante texto el De rerum naturade Lucrecio.
La dificultad de contar sólo con textos fragmentarios que necesitan ser reconstruidos e interpretados se une, por tanto, al estilo poético elegido para componer su obra, que conduce a la ambigüedad y a la necesaria interpretación poco cómoda para objetivos como la descripción de la estructura del cosmos.
En esta transformación política, Empédocles tuvo un papel importante, y su defensa de la democracia instaurada lo llevó a disolver una organización oligárquica conocida como la asamblea de los mil.Además persuadióa los habitantes de Agrigento de abandonar las luchas entre partidos y cultivar la igualdad política y rehusócualquier cargo que se le quisiera otorgar.Por sus ideales democráticos y quizás por su extravagancia y sus métodos, Empédocles se hizo muchos enemigos, que en una de sus ausencias de Agrigento conspiraron contra él e impidieron su regreso.
Timeo observó que su igualitarismo político se mostraba en extraño contraste con el egotismo y jactancia revelados en sus poemas. A esto unía un visible amor por el boato y la pompa. Le gustaba pasear con expresión grave, vistiendo una túnica purpura con un ceñidor de oro, una guirnalda délfica, zapatos de bronce, cabello abundante y excesivamente largo, y escoltado por un sequito de muchachos. En sus propios poemas habla de sí mismo como de alguien honrado, y reverenciado e, incluso, adorado por hombres y mujeres, entre los que se mueve coronado con ínfulas y floridas guirnaldas.
Hay varias leyendas acerca de su muerte. Una de ellas es que luego de celebrar un sacrificio en un campo de Pisianacte, todos los invitados, incluido su discípulo Pausanias, se retiraron del lugar. Empédocles sin embargo se mantuvo allí. Al día siguiente, el filósofo no se encontraba por ningún lado y algún sirviente dijo haber escuchado una voz que lo llamaba y luego haber visto una luz celestial. Luego de eso Pausanias determinó que era hora de alabarle como a un dios. Otra versión nos dice que se arrojó al volcán Etna, buscando confirmar su unión divina con la naturaleza, es decir, deseando que todos pensaran que había sido arrebatado por el cielo. Desgraciadamente, una de sus sandalias quedó al borde del volcán. y como tenía por costumbre usar suelas de bronce, fue pronto reconocida . Esta versión fue desmentida por muchos en la antigüedad, como si se tratase de un engaño (Hipóboto). Timeo es quien da el dato más probable acerca de su muerte, diciendo que Empédocles murió en el Peloponeso, una vez exiliado de Agrigento.
Cultos ctónicos
La isla de Agrigento era una morada de cultos ctonios, es decir, por contraste a la religión de Atenas, en Agrigento se honraba a los dioses del inframundo en los que la afinidad del hombre con su dios ocupa un lugar preponderante. Con su suelo fértil, ella estaba consagrada a Demeter y Perséfone, y tenía la pretensión de que estas diosas aparecieron por primera vez en la isla, que fue la primera que produjo grano por causa de la diosa de la tierra. En el Etna, en el centro de la isla, se enseñaba el lugar en que había surgido Plutón para llevarse a Persefone a los infiernos, y la antorchas con las que la aturdida Deméter se lanzó en su búsqueda se decía que habían sido encendidas en las llamas del Etna. La isla estaba, además, abierta al influjo de las comunidades órficas y pitagóricas que había en el sur de Italia.
Conocimientos médicos
Entre los beneficios que, según dice el, los hombres y las mujeres imploraban de él estaba escuchar la palabra de curación para las más diversas enfermedades. Su obra está impregnada de un vivo interés por los órganos del cuerpo y sus funciones, y escritores posteriores lo mencionan como un médico y el fundador de la escuela siciliana de medicina.
Aunque Empédocles pudo haber hecho, en consecuencia, contribuciones serias a la fisiología y la teoría medica, estas no deben separarse rígidamente de su fama de mago, que ha contribuido a poner en labios de muchos críticos el apelativo de charlatán pues, en el mismo fragmento, no sólo se compromete con su discípulo a informarle sobre los remedios contra las enfermedades y la vejez, sino también sobre la capacidad de resucitar a los muertos, así como de controlar los vientos o hacer desaparecer la lluvia.
Sobre la naturaleza: teoría física y el influjo de parménides
El poema Sobre la Naturaleza contiene varios ecos deliberados de Parménides. Destaca, en primer lugar, la desconfianza en los sentidos que ya habíamos visto en Parménides. Empédocles no confía ciegamente en la infalibilidad de los sentidos. Estos son instrumentos débiles, como también lo es la inteligencia, y los hombres tienen pocas esperanzas de conseguir la certeza.
Esto es una reminiscencia del modo como Heráclito reconocía las limitaciones del pensamiento humano. A pesar de ello, la tajante condena de Parménides de los sentidos se contrarresta con la afirmación de que todos por igual le sirven de ayuda al conocimiento y que no hay que mostrar preferencias por ninguno.
Eternidad de la materia
En esta obra lo que hace Empédocles no es tanto crear una nueva filosofía como tratar de consolidar y, ante todo, conciliar el pensamiento de sus predecesores: los milesios y los eléatas. Parménides había sostenido que el Ser es uno y material. Empédocles hizo suya no sólo esta tesis sino también el pensamiento básico de Parménides, según el Ser no puede nacer ni destruirse puesto que el ser no puede surgir del no-ser, como tampoco puede desaparecer el no-ser. Por consiguiente, la materia no tiene comienzo ni fin: es indestructible y eterna.
Explicación de la estabilidad en el cambio
Hasta aquí, la lógica Parménides es ineludible y aceptada por Empédocles. Pero, por otra parte, el cambio y el movimiento es un hecho que no se puede negar, y la negación del cambio como mera ilusión, tal como sostuvo Parménides, es algo insostenible a largo plazo. El movimiento en el mundo físico es un fenómeno incuestionable que, por tanto requiere explicación. Faltaba, pues, encontrar una manera de conciliar la existencia del cambio y del movimiento con el principio parmenídeo de que el Ser no puede originarse ni desaparecer “el ser es y la nada no es.” Empédocles trata de conseguir esta conciliación mediante el principio de que los objetos, en cuanto individuos particulares, comienzan a ser y dejan de existir tal como lo muestra la experiencia, pero están compuestos de un conjunto de partículas materiales o elementos que en sí mismos son indestructibles. Lo que hay, en realidad, es sólo una mezcla y un ir cambiando esa mezcla.
Los cuatro elementos o raíces
Ahora bien, aunque Tales creyese que todas las cosas son en el fondo agua y Anaxímens aire, ambos aunque diferían en la sustancia particular elegida, estaban convencidos de que una sola clase de materia puede convertirse en otra. Empédocles, por el contrario, sostiene que la materia de una clase no puede hacer esto, sino que es necesario que existan unas especies fundamentales de materia o elementos: la tierra, el aire, el juego y el agua.
Parménides tenía razón al negar que una pluralidad pudiera derivarse de una unidad última; pero ¿que pasaría, si no existiese una unidad última, sino una pluralidad de entidades primarias que hubiese existido siempre? Era el momento de desahuciar esa especie de dogma sobre el que, hasta entonces, toda cosmogonía o cosmología se había basado explicita o tácitamente, y que Parménides había demostrado que llevaba lógicamente a la abolición de la cosmogonía y a la aniquilación de los fenómenos: es decir, la unidad ultima de todo lo que existe. El nuevo orden se anuncia en el siguiente fragmento:
“Escucha, primero, las cuatro raíces de todas las cosas: el brillante Zeus, Hera dispensadora de vida, Aidoneo, y Nestis, que, con sus lágrimas, hace que los manantiales broten para los mortales.”
Los nombres divinos concedidos aquí a los elementos son reemplazados, en otro lugar, por un lenguaje llano:
“El fuego, el agua, la tierra y la inconmensurable altura del aire.”
La familiar clasificación de los cuatro elementos fue propuesta por Empédocles, aunque él se refirió a ellos como “raíces” y fue Aristóteles el que les dio el nombre de elemento. Las cuatro especies de materia constan de partículas inmutables últimas, que, mezclándose unas con otras forman los objetos concretos del mundo. Así, los objetos se forman de una mezcla de elementos y dejan de ser cuando los elementos se separan pero estos en sí mismos son inmutables.
Con Empédocles, por primera vez, los cuatro elementos adquieren el rango de archaigenuinas: ninguno es anterior a cualquiera de los otros, ni hay ninguno que sea más fundamental. Los filósofos anteriores, ciertamente, ya habían hablado de los cuatro pero Heráclito exaltó la prioridad del fuego; Tales y Anaximandro habían promovido al agua y al aire, respectivamente, como única arché, generadora de todo lo existente; para Anaximandro, procedían del ápeiron y, para los pitagóricos, eran el producto final de los números y la geometría derivada. Todas estas afirmaciones rivales quedaron obsoletas por la insistencia de Parménides en que nada que sea uno puede engendrar una pluralidad. Sólo mediante una pluralidad de archai o elementos iguales y últimos pueden salvarse los fenómenos. De ahí que diga Empédocles: ≪todos ellos son semejantes y de la misma edad, pero cada uno es señor de un distrito diferente y cada uno posee su propio carácter≫(fr.17, 27 y sig.). Como los contrarios de Anaximandro, poseen un carácter especialmente substancial y no tienen ningún ápeiron tras de ellos.
Aunque esta doctrina de los cuatro elementos fue, inmediatamente, destronada por Anaxágoras y los atomistas, se volvió a restaurar, de forma modificada, como la base de la teoría física de Aristóteles, cuya importante autoridad la mantuvo a través y más allá de la Edad Media. A pesar del reto de químicos como Boyle, se seguiría diciendo, por lo general, en el siglo XVII, que los elementos de los cuerpos eran tierra, agua, aire y fuego.
Estructura de la materia: teoría de la mezcla y relación con el atomismo
La noción de elementos ha adquirido ahora, por primera vez, un sentido definido como formas de la materia que son: a) no generadas e indestructibles, b) cualitativamente inalterables, c) completamente semejantes y homogéneas (fr. 17, 35). En todos estos aspectos son, por decirlo así, como el Uno Parménides multiplicado por cuatro, pero, en otros aspectos, se separan de ese modelo.
Aunque Empédocles aceptó la negación eléata del espacio vacío, no admitió como consecuencia necesaria que el movimiento local fuera imposible. Dadas cuatro substancias en lugar de una, cada una de ellas podría ocupar los lugares de las otras, deslizándose las ultimas, como en una serie de objetos en movimiento, para ocupar el lugar de las primeras, y así sucesivamente, sin necesidad de espacio vacío para moverse entre ellas. Toda vez que se les ha concedido el movimiento, sus seres adoptan dos características que había negado Parménides su Ser único, y que hacen posible la génesis de un cosmos: a)están en movimiento y b) son divisibles.
No hay nacimiento ni muerte
La divisibilidad y el movimiento de las cuatroraíces posibilita su afirmación de que no existe nacimiento de ningún ser mortal, ni fin alguno en la execrable muerte, sino solo mezcla y separación de lo que está mezclado. El cambio aparente no es sino una nueva disposición.
Solo existen precisamente estos elementospero, debido a su interpenetración mutua, alteran su apariencia: hasta tal punto la mezcla hace que cambien. Simplicio cita el símil pictórico de la paleta del pintor con el que Empédocles ilustraba la producción de la variedad infinita a partir de unos pocos elementos, siempre los mismos (fr. 23, Simpl., Phys. 160):
El símil gana precisión adicional por el hecho de que los pintores griegos trabajaban sobre cuatro colores básicos (blanco, negro, amarillo, rojo), iguales en número a los elementos.
La metáfora de los ladrillos
Empédocles introdujo, además una metáfora de enorme éxito en la historia de la física para explicar la estructura de la naturaleza que imaginaba como compuesta de minúsculas partículas discontinuas. Aristóteles escribe
Así también, unos siglos más tarde, Galeno:
Por tanto, la originalidad y novedad de Empédocles en el punto de la teoría de la materia consiste en haber proclamado la inalterabilidad cualitativa y la intransformabilidad de los cuatro elementos. Con su propuesta nació la noción de elemento como algo originario y cualitativamente inmutable que sólo es capaz de unirse y de separarse mecánicamente respecto de los demás elementos.
¿Cómo se produce el cambio?: el amor y la discordia
Los filósofos jonios habían fracasado en su intento de explicar el proceso de cambio que se da y constituye la naturaleza. Si todo se compone de aire, según quería Anaxímenes ¿cómo se originan los objetos de nuestra experiencia? ¿Qué fuerza es la responsable del proceso cíclico? Empédocles comprendió que era necesario postular unas fuerzas activas que animaran los elementos. No basta con que haya materia inerte, sea cual sea su estructura, sino que dicha materia debe interactuar y ser puesta en marcha de alguna manera. Para comprender la propuesta de Empédocles sobre este punto contamos con un importante fragmento que Simplicio.
Las fuerzas de repulsión y atracción
En este fragmento, por tanto, se establece la existencia de dos fuerzas mecánicas que animan la materia, denominadas con nombres míticos, la Discordia (neikos) y el Amor (philía) que no son sino fuerzas de repulsión y de atracción. Puesto que sus efectos son contrarios, y ambos actúan juntos, representan algo muy parecido a las tensiones opuestas simultaneas, a la armonía aparente de Heráclito. Como también en Heráclito, solo mientras la lucha entre las fuerzas contrarias continúe, puede existir un mundo de seres vivos. La preponderancia de uno de los dos conduce la disolución del cosmos y a un estado en que la vida terrestre es imposible. Dado que ambos son activos y contrarios, los elementos no pueden estar nunca permanentemente en un estado de mezcla o de separación, sino alternando entre los dos, y en un determinado punto de cualquiera de ambos procesos puede nacer un mundo de seres mortales.
Efectivamente, las fuerzas no son elementos, sino algo realmente extraño que ordena los elementos materiales. Son las leyes que ordenan y determinan su comportamiento. Con Empédocles, por fin, llegamos al modelo de un cosmos formado por:
Materia + fuerzas
Una pequeña reflexión contemporánea
La materia oscura, La energía oscura y la gravedad dos fuerzas para explicar el cosmos
Vera Franklin
Premio Nobel el que descubrió que el universo se expande energía oscura
Fuerzas no personales
Amor no deja de ser un nombre mítico que se aplica a una fuerza física impersonal que atrae a los cuerpos inanimados entre sí, a la manera del magnetismo o la gravedad. Él es Afrodita, el mismo poder que los hombres sienten en sus propios corazones, colmándoles de pensamientos de paz y ternura; del mismo modo que la Discordia induce al odio. Microcosmos y macrocosmos son gobernados por los mismos principios psicológicos.
Empédocles ha separado, por fin, el agente motor y lo movido, pero no estamos en el mundo de Descartes o Newton. No se habría ajustado, efectivamente, a su medida que sus fuerzas fuesen mecánicas, psicológica y moralmente neutras, porque el tenia también un mensaje religioso que predicar, el mensaje de las Purificaciones,y ambos estaban basados en una concepción unitaria del mundo.
Evolución biológica p azar
Más sorprendente es, el uso del azar como la única explicación de las características biológicas favorables. Donde se ve esto con más claridad es en su exposición de la evolución de los animales por la supervivencia de los, por azar, mas adaptados (infra, pags. 213 y sig.), pero puede ilustrarse con una crítica de Aristóteles.
El ciclo cósmico
El proceso del ciclo cósmico descrito por Empédocles resulta muy curioso, casi sorprendente y algo complejo en una lectura superficial debido a la terminología. Según Empédocles, el universo se desarrolla siguiendo cíclicamente cuatro fases claramente diferenciadas.
Existe un periodo en que el Amor domina sin oposición, habiendo cohesionado todos los elementos en una unidad. Luego, la Discordia entra en la Esfera y comienza a separarlos, hasta que, finalmente, acaba por conseguir el dominio pleno y cada elemento es aislado de los demás (entropía-muerte térmica del universo por separación de las partículas entre sí por la energía oscura). Después de esto, el Amor vuelve a dominar, impregna el todo una vez más y va juntando gradualmente los elementos separados hasta que, de nuevo, estén completamente unidos.
Un universo de seres mortales, tal como en el que vivimos, es una fase intermedia temporal entre la supremacía del Amor y la Discordia, un producto de la tensión y el conflicto entre ellos. A la vieja idea de la cosmogonía como un separarse de una unidad original se le ha añadido un proceso inverso de reunirse a partir de un estado de separación, que no es menos cosmogónico que el otro. No existe, por tanto, en el pensamiento de Empédocles, una cosmogonía, sino una sucesión infinita de mundos.
Primera fase: la esfera del amor
Respecto de la forma del cosmos en su estado unitario anterior a la dispersión, es decir, en la fase de dominio del amor, Empédocles hace la siguiente asombrosa afirmación:
“No surgen dos ramas gemelas de su espalda, no tiene pies ni ágiles rodillas, ni órganos de reproducción, sino que era una Esfera y en todas direcciones igual a sí misma.” (HAY UNA CRÍTICA IMPLÍCITA AL ANTROPOMORFISMO)
“Si la Discordia no estuviera entremedias de las cosas [como lo esta ahora], todas serian unas”
“Una vez que [los elementos] se han juntado, la Discordia se retira al lugar mas extremo.”
El reino del Amor, genera, literalmente una esfera que contiene los cuatro elementos tan estrechamente mezclados por su co-presencia con ellos, que resultan indistinguibles, con sus características normalmente antitéticas en suspenso. Consecuentemente, hay paz y reposo ≪no división, ni lucha indecorosa en sus miembros≫83. El todo es, efectivamente, por serlo temporalmente, una unidad, y se le considera un dios. La Discordia espera su hora en el confín de esta Esfera.
Segunda fase: el crecimiento de la discordia
“Conforme la Discordia comienza a predominar una vez mas, un movimiento se inicia de nuevo en la Esfera: uno tras otro todos los miembros del dios se estremecen.”
Los miembros del Dios, de lo eterno se estremecen, comienza el cambio, comienza el ciclo de la vida y termina la paz y el sosiego. Es la fase de la guerra de la que nos hablaba Heráclito, la fase de la vida. La Esfera deja de ser ya una unidad verdadera, y las fuerzas motrices hacen su aparición. Es decir, durante el periodo estacionario, de unidad estable no hay fuerzas interactuando, están desactivadas. Sólo cuando se produce el desequilibrio, vuelven a ponerse en marcha.
Pero el gran problema, evidentemente, es ¿por qué se desestabiliza la esfera del amor si no hay fuerzas actuando? A esta pregunta, Empédocles se enfrenta directamente. Es decir, lo que a nosotros nos atenaza respecto al Big-Bang es algo que consideraron de la misma forma los griegos. No obstante la respuesta ofrecida por Empédocles fue elusiva desde el punto de vista físico, contestando con motivos religiosos en lugar de físicos. La razón radica en lo que Empédocles denomina “el amplio juramento”
“Hay un oráculo de la Necesidad, antiguo decreto de los dioses, sellado con amplios juramentos.”
El crecimiento y mengua alternativos del Amor y la Discordia están gobernados por la misma ley eterna que las cíclicas peregrinaciones de las almas individuales. Pueden conjeturarse los medios físicos de tales aconteceres. Posiblemente, en la larga lucha para obtener la victoria y conservar su predominio, el vencedor agotaba temporalmente su fuerza, mientras que los poderes de su rival se recuperaban. Pero, en última instancia, se trata de una ley o decreto religioso que gobierna por igual el macrocosmos y el microcosmos, análogo a la justicia cósmica que, en el mundo de Anaximandro, aseguraba que ninguno de los contrarios obtuviera una ventaja final sobre Cualquier otro.
La Discordia penetra, pues, en la Esfera e inicia un movimiento que la quiebra. Cuando el Amor afloja su dominio, se impone en si la tendencia de cada elemento a buscar su semejante, comienzan estos a separarse. En términos psicológicos o morales (igualmente importantes para Empédocles), los gérmenes del odio y el exclusivismo se esparcen por la armonía perfecta de la Esfera divina. Durante el proceso de su disgregación, en el que se han separado ya grandes masas de elementos—la tierra, el mar, el aire, y (como el creía) el fuego de la periferia—, se forma nuestro mundo, pero el proceso todavía no está completo. “La Discordia y el Amor siguen luchando aun entre sí”En cada cosa particular, cada una de las masas elementales sigue conteniendo alguna porción de otro elemento; nosotros vemos ríos que surgen de la tierra, y el fuego haciendo erupción desde debajo de su superficie.
Esta, además, la gran variedad de los seres orgánicos, formados de varios elementos mezclados en proporciones diferentes. En ellos también sigue la lucha, y la vida que es amor, es decir unidad, está sometida a la tensión de la discordia. La muerte no es sino el logro de las fuerzas de disgregación de romper la unión de los ladrillos que forman nuestros cuerpos.