Estudio detallado de las propuestas de Thomas Kuhn en cuanto al desarrollo de la ciencia y de la estructura de las revoluciones científicas
THOMAS KUHN
Y EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
La obra de Thomas Kuhn representa un momento álgido de la reflexión sobre la ciencia en el siglo XX.
Khun tuvo una formación liberal, es decir, el empeño de su familia de mandarlo a escuelas con nuevas pedagogías en las que se usaban las nuevas disciplinas. Desde pequeño estaba preparado para relacionar ciencia, literatura y artes y para no establecer las tajantes distinciones entre humanidades y ciencias puras que hoy en día muchos siguen manteniendo.
Tras completar sus estudios en las escuelas experimentales americanas, Kuhn comenzó a estudiar física en la Universidad y, durante este periodo comenzó a enriquecer sus conocimientos con múltiples lecturas entre las que destacaron las obras de los filósofos europeos y los libros de Alexandre Koyré.
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Como él mismo reconoció, la Historia de la ciencia de Koyré le influyó profundamente, sobre todo en lo que respecta a la idea de las grandes rupturas a lo largo de la historia del pensamiento científico.
Cuando Kuhn empezaba ya a tener interés por la historia de la ciencia estaba en plena política de posguerra americana. Es interesante recordar que Kuhn estuvo ligado al gobierno americano y se le encargó la tarea de hacer una filosofía propiamente americana. Fue una especie de encargo gubernamental y de ahí nació la Estructura de las revoluciones científicas de 1972 que se transformó, aunque parezca sorprendente, en el libro más vendido del siglo XX.
No obstante, Kuhn lo escribió sin desgana, era un libro por encargo y su verdadero pensamiento se halla en las llamadas Conferencias Lowell.
En esas conferencias Kuhn explica muchas cosas que luego se le criticó no haber tratado en la Estructura, que serían una especie de resumen con intereses editoriales.
Tal como lo muestra en estos textos, para Kuhn la ciencia no es una corriente de ideas completamente aislada, blindada de los eventos sociales, económicos y políticos. Después de lo que había pasado en la Segunda guerra mundial había que tener en cuenta no sólo el desarrollo propio de las ideas sino cómo determinadas necesidades gubernamentales, sociales y económicas dirigían el rumbo de las investigaciones científicas.
Historia interna e historia externa
Esto Kuhn expresó esta convicción haciendo una distinción entre historia interna e historia externa de la ciencia.
En la Estructura Kuhn intenta presentar un modelo de cambio y de desarrollo del pensamiento científico considerando que debemos tener siempre en cuenta que la ciencia no está nunca completamente separada de todos los factores sociales e históricas.
La historia interna serían aquellos desarrollos puramente teóricos racionales derivados de la propia lógica científica. La historia externa, por su parte, serían todos los factores sociales, económicos, políticos, psicológicos.
Todos los factores no teóricos, son denominados por Kuhn factores irracionales. Nuestro autor considera que siempre están ahí pero que son completamente diferentes y que la historia interna o la ciencia interna es una especie de buque bien blindado que parece inalterable e inexpugnable, sin embargo para saber a dónde va, debemos tener en cuenta las olas de los factores irracionales sobre las que navega.
Por tanto, sigue habiendo una clara distinción entre ideas, teorías y una lógica científica que es la racionalidad y todos los factores irracionales que van llevando a la ciencia de un lado a otro.
Así, los factores irracionales no se meten dentro de las ideas científicas, sino que las investigaciones en lugar de dedicarse más a una cosa, se dediquen más a otra. Es decir, eso significaría que las ideas de química aplicada o la biología aplicada a los fármacos, la sociedad no se mete en el laboratorio ni cambia el tipo de ensayos clínicos, lo que sí hace es que en lugar de unas investigaciones se hagan otras que pueden ser más útiles para la sociedad, para los intereses económicos, para los programas de desarrollo de un determinado país en es momento.
Pero todos estos factores no van a cambiar el hecho de que un determinado investigador aplique unas ciertas teorías sobre la composición de los genes o aplique otras o aplique unas prácticas de laboratorio diferentes. Es decir, esas ideas están completamente separadas. Lo que ocurre es que determinados momentos históricos estimulan determinados proyectos de investigación, que se preste más atención a la química que a la biología, o a los estudios sobre polímeros que a los estudios sobre clasificación de las tortugas, pero no cambian ni alteran los desarrollos internos de la ciencia.
La distinción de Thomas Kuhn ha tenido un ancho éxito pues ayudó durante el siglo XX a entender, por ejemplo, que la ciencia no era tan mala, esa ciencia que había desarrollado el proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica.
Otra cosa es que luego hubiesen existido factores externos que en ese concreto momento hubiesen empujado a la ciencia a hacer determinadas cosas. Pero la integridad interior de la ciencia sigue estando en pie.
Esta distinción tuvo por ello una gran aceptación, y de repente el historiador de la ciencia ya no tenía que estar solamente leyendo libros filosóficos y su tarea ya no era sólo una labor de construcción de teorías sobre la naturaleza sino que tenía que plantearse también en qué contexto histórico y social se habían planteado esas ideas, si había sido en el ámbito de unas instituciones u otras, si habían sido desarrolladas en el ámbito de las universidades o habían sido en el ámbito de nuevas sociedades científicas con una nueva independencia intelectual y nuevas formas de trabajo. Es decir, había que tener en cuenta los factores sociales en los cuales se habían fraguado esas ideas. Empezó entonces la gran corriente de historia institucional de la ciencia.
La idea de revoluciones científicas
Además de esta distinción, otra de las ideas fundamentales de Kuhn es la de las revoluciones científicas. La idea es que en la ciencia hay unos periodos de ciencia normal y que en estos periodos hay una ciencia paradigmática o, lo que es lo mismo, hay un determinado paradigma que se mantiene de forma incuestionable.
Los científicos están tranquilos, trabajan sin sobresaltos y tienen asumido que hay unos problemas que son los más relevantes y tienen una serie de instrumentos para resolver tales problemas.
Es un momento en el que se va aumentando el conocimiento sin ponerlo en duda. Se trata, según Kuhn, de un periodo fundamentalmente dogmático en el sentido de que los científicos están entrenados en un cuerpo de conocimientos, en una forma de resolución de problemas que no ponen en duda. Ese dogma se transmite a través de los libros de texto y las instituciones educativas donde enseñan a trabajar los problemas de una determinada forma.
En una escala creciente se va aumentando la complejidad de los problemas pero siempre siguiendo determinadas reglas a las que se nos entrena para no ponerlas continuamente en duda. Este es el momento paradigmático. Se trata de un proyecto de progreso en el que se va completando el paradigma.
Pero hay un momento, según Kuhn, en el que con todo ese arsenal de ideas aceptadas, de formas de resolver problemas en el que la comunidad científica (el compuesto de formas de actuar, de resolver problemas, de formas de aprender forman una comunidad científica que tiene unos lugares en los que se practica unas reglas de intercambio de ideas y unos determinados intereses económicos, educativos, etc.) empiezan a surgir cosas no previstas.
Es decir, se intenta dar solución a un problema con las herramientas de las que se dispone y no se puede. Surgen cosas que no estaban previstas en las teorías, en definitiva ocurre una llamada anomalía. Se comienza a pensar en ello, en un primer momento se recurre a hipótesis ad hoc, aludiendo por ejemplo fallos experimentales que mantienen todavía la teoría en pie. Pero surgen nuevas anomalías que no se pueden resolver, que hacen que la ciencia entre en un periodo de crisis. En este periodo hay investigadores que tienen ideas nuevas, que en lugar de enfrentarse a los problemas como siempre, lo que hace es ofrecer un nuevo método. Es decir, se ofrece un marco teórico completamente diferente y que además es incompatible con el anterior. Eso dice Kuhn, lo hacen normalmente las generaciones de científicos más jóvenes y además destaca que tienen una gran importancia en estos momentos los factores irracionales, sobre todo los factores psicológicos vinculados a la creatividad de los jóvenes investigadores. En ese momento se producen diferentes alternativas al paradigma existente, y de todas ellas hay una que vence pasando así a un nuevo periodo de ciencia normal, con nuevo paradigma.
- Rechazo de los anacronismos
Esta idea de Kuhn fue fundamental para la historia de la ciencia en un momento en el que el anacronismoya había sido duramente criticado por Koyré. Es decir, la idea de que no tenemos que hacer historia de la ciencia para reconstruir cómo se ha llegado hasta aquí. No tiene sentido comenzar con nuestro momento y después analizar los grandes logros que nos han llevado hasta él salvando nada más solamente las partes positivas y pensando que toda la historia de la ciencia ha de ser interpretada haciendo juicios de valor sobre lo que nosotros tenemos, sino que lo que tenemos que hacer es entender cómo se llega a determinadas ideas en cada momento histórico. Y no sólo lo que nos parece válido para nosotros.
Esta idea de Kuhn tuvo, así, mucha influencia especialmente en la forma de hacer historia de la ciencia y en el interés que se tenía por las sociedades científicas y en el rechazo de la historia de la ciencia como la reconstrucción de un camino hacia la verdad.
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